miércoles, 17 de octubre de 2012

Ser profesora de lengua y literatura implica mucho más que enseñar



Me doy cuenta que ser docente de lengua y literatura implica mucho más que enseñar.
Las letras dan pasó a otros mundos y realidades, de esta manera con un simple trabajo de escritura propuesto a los alumnos el docente se sumerge en pensamientos y puntos de vistas diferente al de uno mismo.
Mucho de esos pensamientos dan cuenta de una realidad: ese niño que escucha mis clases tiene una vida; esto implica una gran responsabilidad, ya que puede que en un trabajo de escritura el alumno cuente y escriba  cosas que uno como docente no esperaba y de pronto uno se convierte en el confidente.
La mano y el pensamiento se abren para nombrar y significar lo que en silencio convive con ello, por ejemplo una alumna que fue victima de la trata de personas, un familiar querido muriendo de cáncer, la pérdida de una madre, etc.
¿Debe el docente  quedar callado ante dichos textos? ¿Qué debe hacer?¿Acaso no es un llamado de atención de ese niño que necesita de alguien que lo comprenda y lo escuche?
Lamento en el alma mi posición de profesora reemplazante que me aleja de la misma manera que me acerca a los niños que necesitan una ayuda.

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