¡¡¡faltan 6 materias!!!
Con esperanzas renovadas.
Hace dos años que realizo reemplazos, y comienzo a comprender que la "idea" que tenía de la profesión era una simple ilusión del pasado.
Ni niños aplicado, ni estudiosos, ni hambrientos de progreso pueden encontrarse hoy en las aulas; más bien la plaga de la perdición de un país que si no toma grandes medidas se verá en la peor crisis intelectual de su historia.
Eso pensaba cuando este martes me tocó un reemplazo con 3era año de Ciencias Naturales. Cuatro horas con uno de los peores cursos del colegio.
Como sabía-intuía lo que me esperaba, opte por llevar un película. Para la ocasión elegí "Escritores de la libertad", la idea inicial fue ver "El niño del pijama a rayas" (pero el DVD no leyó el formato de la película). Para mi sorpresa, o quizás no tanto, mis alumnos ocasionales ya la habían visto ¿lugar? en el colegio. Como era de esperar, no iban a intentar volver a verla y la experiencia en la sala de proyección del vídeo no fue nada buena, todos hablando, gritando y tocando cosas que no debían (la sala de proyecciones es también la sala de computación y la biblioteca).
Enoja, los lleve nuevamente al salón de clases, me senté en el escritorio y les dije: "mientras se queden sentados y hablando en voz baja, todo va a estar bien"... los alumnos se sorprendieron, no esperaba esa actitud de mi parte, que siempre me encuentro preocupada por enseñarles cosas nuevas y transmitir un poquito de lo que sé.
Uno pregunto:
-¿No nos va a dar nada para hacer?
-No.
-¿Por qué?
-Si de todos modos no lo hacen, quieren verme retarlos y exigirles que hagan algo que no quieren. Yo intenté de mil maneras acercarme a ustedes, comprenderlos, buscar actividades que todos disfrutemos... pero yo ya me rendí, si quieren que les diga algo, "ganaron la batalla". Con ustedes me rendí.
Entre la sorpresa y el silencio, los chicos cumplieron mis órdenes, todos se sentaros a hablar en voz baja con el compañero de banco, cuando en un momento una alumna se me acerca y me dice:
-Profesora, no diga eso, yo el año pasado aprendí algo con usted, aprendí sobre las variedades lingüística, usted nos hizo escuchar un tango en el cual había términos en lunfardo y luego nos dio un artículo que se titulaba "cada vez estamos más yanquis" ¿se acuerda?.
-si, si, lo recuerdo.
-¿Usted preparó la clase para hoy?
-Claro que si.
En eso, esta alumna llama a tres compañeras más y las cuatro se sientan a mi alrededor y para mi sorpresa me pidieron que les dicte la clase si quiera para ellas:
-Nosotras venimos a la escuela a aprender, no a charlar con amigos.
Realmente, esa tarde aprendí una gran lección: "NO TODO ESTÁ PERDIDO", si de 30 alumnos hay uno, si quiera uno que aprende algo, ya me sentiré orgullosa de estar educando a toda una generación entera.
Nunca hay que darse por vencidos, y es verdad que si una profesora confiesa que ya nada puede cambiar, no merece ser llamada "profesora".
Con esperanzas renovadas.
Hace dos años que realizo reemplazos, y comienzo a comprender que la "idea" que tenía de la profesión era una simple ilusión del pasado.
Ni niños aplicado, ni estudiosos, ni hambrientos de progreso pueden encontrarse hoy en las aulas; más bien la plaga de la perdición de un país que si no toma grandes medidas se verá en la peor crisis intelectual de su historia.
Eso pensaba cuando este martes me tocó un reemplazo con 3era año de Ciencias Naturales. Cuatro horas con uno de los peores cursos del colegio.
Como sabía-intuía lo que me esperaba, opte por llevar un película. Para la ocasión elegí "Escritores de la libertad", la idea inicial fue ver "El niño del pijama a rayas" (pero el DVD no leyó el formato de la película). Para mi sorpresa, o quizás no tanto, mis alumnos ocasionales ya la habían visto ¿lugar? en el colegio. Como era de esperar, no iban a intentar volver a verla y la experiencia en la sala de proyección del vídeo no fue nada buena, todos hablando, gritando y tocando cosas que no debían (la sala de proyecciones es también la sala de computación y la biblioteca).
Enoja, los lleve nuevamente al salón de clases, me senté en el escritorio y les dije: "mientras se queden sentados y hablando en voz baja, todo va a estar bien"... los alumnos se sorprendieron, no esperaba esa actitud de mi parte, que siempre me encuentro preocupada por enseñarles cosas nuevas y transmitir un poquito de lo que sé.
Uno pregunto:
-¿No nos va a dar nada para hacer?
-No.
-¿Por qué?
-Si de todos modos no lo hacen, quieren verme retarlos y exigirles que hagan algo que no quieren. Yo intenté de mil maneras acercarme a ustedes, comprenderlos, buscar actividades que todos disfrutemos... pero yo ya me rendí, si quieren que les diga algo, "ganaron la batalla". Con ustedes me rendí.
Entre la sorpresa y el silencio, los chicos cumplieron mis órdenes, todos se sentaros a hablar en voz baja con el compañero de banco, cuando en un momento una alumna se me acerca y me dice:
-Profesora, no diga eso, yo el año pasado aprendí algo con usted, aprendí sobre las variedades lingüística, usted nos hizo escuchar un tango en el cual había términos en lunfardo y luego nos dio un artículo que se titulaba "cada vez estamos más yanquis" ¿se acuerda?.
-si, si, lo recuerdo.
-¿Usted preparó la clase para hoy?
-Claro que si.
En eso, esta alumna llama a tres compañeras más y las cuatro se sientan a mi alrededor y para mi sorpresa me pidieron que les dicte la clase si quiera para ellas:
-Nosotras venimos a la escuela a aprender, no a charlar con amigos.
Realmente, esa tarde aprendí una gran lección: "NO TODO ESTÁ PERDIDO", si de 30 alumnos hay uno, si quiera uno que aprende algo, ya me sentiré orgullosa de estar educando a toda una generación entera.
Nunca hay que darse por vencidos, y es verdad que si una profesora confiesa que ya nada puede cambiar, no merece ser llamada "profesora".
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