Al fin y al cabo soy una heredera.
No sé como llegué a este punto en mi vida.
Desde pequeñita había soñado con ser veterinaria, pero poco a poco mis ideas se fuero desviando del camino inicial para culminar aquí donde me encuentro hoy.
No sé que me espanto más, si la química y las matemáticas como materias esenciales de la carrera de ciencias veterinarias o el simple hecho de tener que operar y saber que la vida de un animalito cualquiera depende de que el bisturí corte bien. Creo sinceramente que fue un poco de las dos, (aunque... nunca fui buena en matemáticas)
Si bien, luego de la obsesión por el cuidado animal sobrevino mi gusto por la radio y la locución, seguí eligiendo otras cosas.
Hubiese querido ser "periodista"; de aquellos que tienen a su cargo casos interesante y controversiales en los cuales la investigación ocupa el eje central; una periodista-investigadora algo así como A. Dupin (personaje de Edgar Allan Poe) o Sherlock Holmes (personaje de Arthur Conan Doyle) -aunque estos no eras periodistas, sino detectives- pese al peligro que eso, por lo menos aquí en Argentina acarrea.
Pero desistí muy pronto de la idea: de diez personas recibidas, sólo había cuatro puestos de trabajo.
Y en este país uno no puede darse el lujo de estudiar simplemente lo que quiere, sino que al elegir uno debe optar por lo que le gusta y lo que conviene.
Así llegué a lo que se convertiría hoy en una pasión: LA LITERATURA.
La misma llegó de la mano de una profesora del secundario, que me adentro en este magnífico mundo del cual ya no pude salir, como diría más tarde una profesora universitaria "me transmitió una pasión".
Si bien en un principio no sabía muy bien que hacer con la literatura, pronto descubrí que terminaría siendo una "Heredera" en termino de Bourdieu.
Quizás inconscientemente o conscientemente elegí hacer el mismo recorrido que mi mamá.
Ser profesora.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Gracias por tu comentario